por los imperios internacionales que amenazaban la estabilidad social y económica, independencia política y militar, y la salud mental y espiritual del pueblo. Una afirmación teológica adicional merece especial atención en el análisis de este importante concepto bíblico. De acuerdo con las leyes sacerdotales, Dios mismo demanda y reclama la santidad del pueblo, para que se manifieste con claridad la continuidad ética divina-humana. Con la solemne declaración «sean santos, porque yo soy santo» (Lv
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